La nueva figura de cera de Lady Di fue presentada luciendo el legendario vestido negro que marcó un antes y un después en la historia de la realeza británica. Conocido como el “vestido de la venganza”, fue la prenda con la que la princesa apareció en público la misma noche en que el entonces príncipe Charles admitía en televisión sus infidelidades. Más que una elección estética, se convirtió en un símbolo de determinación y en el momento en que Diana recuperó el control de su propia narrativa frente al mundo.
La recreación del look ha generado una ola de nostalgia y admiración entre los visitantes. El vestido, ajustado y de corte asimétrico, captura la seguridad y sofisticación que Lady Di transmitió en aquel episodio histórico. La figura de cera reproduce ese instante con notable precisión, evocando su porte, su expresión serena y la carga emocional que acompañó aquella aparición pública.

Elegir este atuendo para la exhibición no es casual. Representa uno de los momentos más comentados de la vida de la princesa y un punto de inflexión en su relación con la prensa y la familia real. Para muchos, fue la muestra más clara de cómo Diana convirtió un episodio doloroso en un acto de empoderamiento que resonó mundialmente. La figura no es solo un homenaje estético, sino también simbólico, pues recuerda el rol que asumió como mujer independiente en medio de una tormenta mediática.
Desde su revelación, la obra ha despertado largas filas y comentarios en redes sociales. Visitantes de distintas partes celebran que el museo haya decidido inmortalizar uno de los momentos más icónicos de la princesa, permitiendo que nuevas generaciones comprendan su importancia histórica y cultural. Se ha transformado rápidamente en una de las piezas más fotografiadas del recinto.
Con esta recreación, el museo refuerza la vigencia del legado de Diana y su capacidad de conmover al público incluso décadas después. La figura invita a reflexionar sobre su influencia en la moda, la sociedad y la percepción pública de la realeza, recordando que Lady Di sigue siendo un símbolo de fortaleza, vulnerabilidad y resiliencia que trasciende las épocas.

El Museo Grévin de París sorprendió al revelar por primera vez una figura de Lady Di, presentada con el emblemático “vestido de la venganza”. La incorporación era esperada, especialmente considerando que el lugar ya exhibía las figuras de Charles III y de la reina Isabel II. Sin embargo, faltaba la presencia de Diana, cuyo nombre está profundamente asociado a París por el trágico accidente que terminó con su vida en 1997.
La nueva figura luce una precisa recreación del vestido negro de escote palabra de honor diseñado por Christina Stambolian, el mismo que Diana utilizó en junio de 1994. Ese atuendo, en medio de un momento de tensión pública, se convirtió en una declaración silenciosa pero contundente. La prensa bautizó la prenda como “vestido de la venganza”, interpretándola como una demostración de fuerza, independencia y control frente a una situación personal compleja. Fue un instante que redefinió la imagen de la princesa ante el mundo.

El museo busca no solo rendir homenaje a su elegancia, sino también destacar su influencia más amplia. La instalación recuerda la resiliencia y dignidad que Diana mostró incluso en sus momentos más difíciles, invitando a los visitantes a redescubrir su historia desde una perspectiva más humana.
La presentación coincide con el 30º aniversario de la entrevista que Diana concedió a la BBC en 1995, donde pronunció la célebre frase: “Éramos tres en ese matrimonio”, aludiendo a la relación de Charles con Camilla. Aquella confesión, inédita en un miembro de la realeza, desató una discusión global sobre la presión emocional y mediática que enfrentaba. En la misma conversación, Diana reconoció haber sostenido una relación fuera del matrimonio, lo que lejos de perjudicar su imagen, la hizo más cercana al público y consolidó su reputación como una mujer valiente y honesta.
El museo señala que la creación de la figura requirió meses de trabajo e investigación para capturar la expresión serena y la naturalidad que caracterizaban a la princesa. El objetivo fue lograr una representación respetuosa y auténtica, evitando exageraciones y enfocándose en transmitir su esencia.

La figura se exhibe bajo la majestuosa cúpula del museo, espacio reservado para personajes que han dejado huella en el arte, la cultura y la historia. Allí comparte escenario con figuras como Jean-Paul Gaultier y María Antonieta, creando una atmósfera que mezcla memoria, simbolismo y elegancia. Mientras tanto, las figuras de Charles III e Isabel II permanecen en otra zona dedicada a jefes de Estado, lo que refuerza la identidad independiente de Diana dentro de la exhibición.
La inauguración ha revitalizado el interés por la vida y legado de la princesa, especialmente entre los más jóvenes que no vivieron su historia de forma directa. El museo ha notado un aumento en la afluencia de visitantes, así como miles de comentarios y fotografías en redes sociales donde se celebra la fidelidad del trabajo y la elección del icónico vestido como representación de su espíritu. La exhibición se convierte así en un punto de encuentro emocional y en un recordatorio de que el impacto de Diana continúa vigente, inspirando con su elegancia, empatía y capacidad de desafiar las expectativas para convertirse en una figura eterna.














